En
la opinión corriente se suele decir que alguien es “responsable” de un acto si
fue “consciente” al momento de cometerlo. Si se llegara a comprobar que ese
individuo “no sabía lo que hacía” es probable que se diga que no corresponde
considerarlo plenamente responsable. Entonces, en esos casos, se considera que
la “responsabilidad” tiene que ver con el “saber”. Sin embargo, esto no es así
para el psicoanálisis: la “responsabilidad” no tiene que ver con la
“conciencia”. La “responsabilidad” está ligada a la “consecuencias” de las
acciones, y no al saber sobre ellas. Ampliemos esto: a) ¿Por qué para el
psicoanálisis la “responsabilidad” no queda ligada a la consciencia o al saber
del individuo que actuó de modo contrario a lo esperado? b) ¿Por qué la “responsabilidad”
tiene que ver con las “consecuencias” de las acciones?
a)
La responsabilidad desde el “saber”: esta es la visión que rechaza el discurso
psicoanalítico, ya que en definitiva nunca nadie sabe plenamente lo que hace.
Freud introdujo un golpe a la idea de la “racionalidad consciente” del
individuo moderno a través de la idea de “inconsciente”, es decir, mostró que no
tenemos control sobre todo lo que hacemos, que a veces hacemos cosas y no
sabemos por qué las hacemos, o incluso, que no podemos dejar de hacerlas aunque
nos lo propongamos. Entonces, Freud sostuvo, a partir de su trabajo clínico,
que los seres humanos no son totalmente conscientes, ni plenamente libres, ni
tampoco individuos autónomos o aislados de los demás, como a veces se suele
creer. El tema es que todo ser humano nace en un contexto de relaciones sociales
que lo preceden y que lo condicionan a ser, creer, valorar o pensar de un modo
particular, propio de ese contexto espacial y temporal, o de esa cultura.
Entonces las diferentes culturas y las relaciones sociales producen individuos.
Por lo tanto, para el psicoanálisis no somos individuos autónomos, sino que
todos somos productos sociales. Por ejemplo, una sociedad violenta tenderá a
generar personas violentas, es por esto que las manifestaciones de sujetos
violentos tienen que ser leídas en un contexto de violencia estructural. Si una
persona delinque (y la polémica se agrava si esa persona es menor), es probable
que se diga que es el “único” responsable porque sabía lo que hacía. Pero faltaría
considerar que esa persona es producto de relaciones sociales por lo que el
Estado, o la sociedad en general, también tienen “responsabilidad” por ella, y
muchas veces suele ocurrir, que el Estado que no estuvo para garantizar la educación
o la salud desde su nacimiento, aparezca luego, tal vez tarde, a través de la
ley, para condenarla. Pero lo más relevante de todo esto es que, más allá de
los condicionamientos sociales, al mismo tiempo, todos somos capaces de influir
en esas condiciones, al descontarnos en parte de las relaciones sociales y
abrir la posibilidad de generar relaciones diferentes o nuevas. Entonces, lo
realmente importante es aquello que nosotros hacemos con eso que hicieron de
nosotros, como ha dicho el filósofo francés J.P. Sartre.
b)
La responsabilidad desde las “consecuencias de los actos”: esta es la visión
que propone el discurso psicoanalítico, “la responsabilidad” queda unida a las
“consecuencias de las acciones” y no al saber. Las consecuencias son de dos
tipos:
1.
“Lo que otros hicieron de mí” (Estado, sociedad, familia, semejantes que actúan
sobre mí). En este sentido “no soy responsable” de lo que “otros hicieron
conmigo o de mí”. Otros serán responsables de las consecuencias que generaron,
pero “yo no soy responsable” en ese sentido. Por ejemplo, alguien que ha sido
maltratado durante toda su infancia no es responsable de lo sufrido. Sin
embargo, hay un riesgo en tomar esto como una conclusión que es que un sujeto
quede fijado a un lugar de victimización. Muchas veces las personas se instalan
en el lugar de víctimas o de pasividad, sin descartar los casos en los que se
buscan diagnósticos para lograr cierta cómoda posición: “esto me pasa y yo no
soy responsable por ello, entonces, no tengo obligación de hacer nada”. Ante
esto, el psicoanálisis propone lo siguiente…
2.
“Yo hago con eso que hicieron de mí”. Aquí sí, yo “soy responsable”, es decir,
tengo que hacerme cargo de lo que yo hago hoy con eso que me sucedió. Es en
este sentido que el psicoanálisis ofrece un espacio de trabajo. La posibilidad
de asumirnos “responsables” nos saca de la posición de enfermos o de víctimas,
nos saca de una posición pasiva. Y como ya se ha dicho, para el psicoanálisis
somos responsables incluso de aquellas cosas que hacemos sin ser conscientes.
Volviendo al ejemplo anterior “no soy responsable” si de niño me maltrataron,
pero “sí soy responsable” de lo que ahora hago con eso ocurrido, y también “soy
responsable” de muchas decisiones de la vida adulta marcadas por esa
experiencia “aunque yo no sea consciente” de que eso está afectando mis
acciones actuales. Entonces, no soy consciente, ¡pero soy responsable! O
retomando otro de los ejemplos, es posible que una sociedad violenta haya hecho
de alguien un sujeto violento, sin embargo, ese sujeto es responsable de lo que
hace ahora con eso que hicieron de él/ella, y dado que es activo, “no es una
víctima, ni un enfermo, ni un caso perdido”, entonces tiene posibilidades de
hacer algo diferente y es responsable de hacerlo. Y como puede hacerlo, debe
hacerlo. Tiene la obligación de hacerlo. Debe salir de la propia victimización.
Es la postura ética que plantea el psicoanálisis: hacerse responsable.
Ariel
Juan Bianconi.