“Y si nada nos libra
de la muerte, al menos que el amor nos salve de la vida”.
Javier Velaza, Los
Arrancados, poema "El Salvavidas".
La
frase del poema de Javier Velaza ubica la experiencia del amor como aquella que
da sentido a la vida en el contexto de nuestra dimensión de seres mortales. ¿Por
qué el amor tiene esta posibilidad de llenar la vida de las personas? Sigmund
Freud compara el enamoramiento con el
hipnotismo. Piensa el vínculo hipnótico como una
entrega irrestricta del hipnotizado al hipnotizador quien queda idealizado. La idealización no tiene que
ver con la realidad de quien queda en ese lugar, ni con una lógica de
conveniencias o de beneficios, ni con una elección consciente. Quien es
idealizado es ubicado en un lugar de sobrevaloración, en un lugar único, donde
todo lo demás queda relativizado, generando dependencia emocional. Se puede
idealizar personas, objetos, lugares, grupos, etc. Entonces, la novedad del
pensamiento de Freud es que si el amor puede ser comparado con el estado de
hipnotismo, el amor queda en relación con la idealización. Cuando alguien o
algo es idealizado en nuestra vida, lo empezamos a ver de una manera como nunca
antes lo habíamos visto, amar es sentir que el otro posee la virtud, la
cualidad, el don que me hace falta para ser feliz, es experimentar por un
instante que un partener me completa y que sin ello no podría vivir y la propia
vida queda en segundo lugar. En palabras del poeta Neruda: “a nadie te pareces desde que yo te amo”.
Jacques
Lacan va a criticar a los que entienden esa idealización del amor como
posibilidad de una plenitud o de una unión total. Para Jacques Lacan ese estado
de idealización al que se refiere Freud se funda en una lógica simbólica en la
que amar es dar lo que no se tiene a
quien no es. ¿Qué significa esto?
Amar es dar lo que no
se tiene: es la
característica del que ama, le sale espontáneamente, dar su tiempo, sus cosas,
su afecto, regalos, o dar la vida si fuera necesario. La lógica que motiva esta
dimensión es que siempre se quiere dar más, no va con la lógica del mercado en
la que damos para recibir en intercambio.
Podría parecer que para amar hay que “tener” y así poder dar lo que se
tiene al amado/a. Sin embargo, lo llamativo de la definición de Lacan, es que damos
lo que no tenemos. ¿Qué es lo que no
tenemos? Lo que no tenemos es la respuesta a la vida, no tenemos la clave de la
felicidad, no poseemos la inmortalidad. Aunque dé todo lo que tengo, no podré
dar la plenitud. Por lo tanto, doy la falta. Es así que el otro no se sentirá
completo y quedará lugar para poder seguir amando, seguir deseando. Esto es
fundamental para construir el amor en todos los niveles: como pareja, como
padres e hijos, como amigos, como lazo social.
Cuando
se piensa en un amor pleno, que pretende tapar la falta constitutiva del amor,
se torna violento, posesivo, celoso y controlador e incluso podríamos dudar de
llamarlo amor. En la historia no faltaron homicidios o suicidios por amor. La
canción “La argentinidad al palo” de
la Bersuit dice: “Locati, barreda, monzón
y cordera también, matan por amor”. Para
el psicoanálisis el que ama no dejar de ser responsable por lo que siente y
hace. No cualquier forma de amar da igual. Lacan está desnaturalizando el amor
humano, planteándolo como construcción desde la lógica de la falta y del deseo,
que implican la posibilidad de seguir amando. La pretensión de totalidad, de
posesión total o de completud del amor, no lleva sino al aniquilamiento del
mismo.
Dar la falta es que nunca sabré qué necesita
realmente el otro, es admitir que el otro es esencialmente inentendible. Ahí
llegamos a la segunda parte de la frase de Lacan: amar a quien no es. Amar no está en relación con la realidad sino
con la idealización que se hace de la persona amada. La idealización se
constituye en tanto que se coloca en el otro cuestiones que son propias del que
ama, el otro está ubicado en el lugar del que puede colmar lo que me falta. No
se idealiza a alguien por sus virtudes sino por lo que se desea que ese alguien
sea, por eso nunca lo puedo captar en su verdad. Por lo tanto, nunca conoceré
del todo a quien amo o nunca sabré a quien amo: amo a quien no es. Esto es parte del amor, como dice la frase: “el
amor es ciego”, es amar a alguien en lo que no es.
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