domingo, 3 de septiembre de 2017

La ansiedad y el aburrimiento en los niños/niñas.


¿Quién no ha escuchado, al menos en alguna ocasión, la queja de adultos que se sienten agobiados por las excesivas demandas de sus hijos? Suelen expresar que sus hijos están a la vez ansiosos y aburridos, que no paran de pedirles cosas, que todo el tiempo tienen que atenderlos, que no les queda un momento ni siquiera para ir al baño con tranquilidad.
Las demandas de los hijos hacia los adultos son permanentes. La característica de toda demanda es la “inmediatez”. Las demandas quieren ser satisfechas “ya”,  inmediatamente, y las dificultades para poder esperar o para postergar el tiempo generan un estado emocional de “ansiedad”. Por eso, manejar la ansiedad tendrá que ver con la posibilidad de “construir una espera”. ¿Qué significa eso? Como veremos, no tiene que ver con recetas ni tips para controlar la ansiedad. Por el contrario, el psicoanálisis piensa la construcción de una espera a partir de la singularidad de un acto creador.
En el escrito “Tres ensayos para una teoría sexual” de 1905, Freud plantea un concepto fundamental para entender la posibilidad de postergar el tiempo o de esperar de una manera satisfactoria. Se trata del concepto de “autoerotismo” que es la capacidad de encontrar placer en y por sí mismo. Por ejemplo, Freud lo piensa en relación al chupeteo del bebé, como capacidad de autosatisfacción sin el pecho materno o el biberón. El bebé puede estar chupando su dedo o parte de una manta, así encuentra satisfacción en él mismo y eso indica el inicio de una cierta “autonomía”, es la posibilidad de empezar a construir una separación de la madre y de postergar el tiempo de la demanda.
Este proceso de creación y de autoerotismo lo podemos relacionar con el juego. En el juego hay creación, y en la creación hay placer, es una actividad autoerótica. Esto también tiene que ver con el tiempo: cuando estamos haciendo algo que nos gusta, el tiempo prácticamente no se registra, no hay ansiedad para que eso se termine, ni tampoco hay aburrimiento. En el libro “Realidad y juego” el psicoanalista D. Winnicott señala que el niño juega sólo en presencia de un adulto. ¿Por qué esto ocurre sólo en presencia de un adulto? Significa que, en definitiva, es adulto quien pudo resolver algo de su propia ansiedad, y eso se torna una condición de posibilidad para que un niño juegue y pueda hacer algo con su propia ansiedad y aburrimiento. Entonces, la ansiedad y el aburrimiento de los niños, pone de manifiesto, en parte, la ansiedad y el tedio de la vida de los adultos. Cuando un niño demanda a un adulto ansiosamente, en ocasiones suele ocurrir que el adulto responde con más ansiedad. Al pretender que esa “tierna criaturita” se calme y ya no lo demande, al buscar inmediatamente entretenerlo con algo, suele taparlo o colmarlo de objetos del mercado. Siempre es más fácil comprar un objeto cuando un niño demanda, pero lo que el niño demanda principalmente es un adulto que esté presente sin invadirlo, que le brinde contención y le permita crear, en tanto también es un adulto creador.
Para que el objeto de juego sea placentero, y postergue el tiempo, es necesario que, en parte, implique “creación propia”, tiene que estar mediado por nuestra imaginación. Se puede ver con facilidad en los niños, por ejemplo, un palo es un caballo, la arena se torna un castillo o una pizarra para dibujar. Cuando hay ansiedad se busca un objeto tras otro, porque rápidamente aburren y se necesita reemplazarlos por otros. El filósofo Walter Benjamin dijo: “cuando más lindo es un juguete menos sirve para jugar”. La industria del entretenimiento se basa en este principio, es por eso que muchos juguetes son cada vez más sofisticados, más lindos y cada vez menos se necesita que el niño recurra a la imaginación y a la creatividad. Esos juguetes aburren rápido, enseguida se necesita pasar a otro, es así como el entretenimiento dura cada vez menos, lo cual lleva a consumir otros objetos y de ese modo el mercado del hiperentretenimiento sigue su curso.

Entonces, el objeto sirve para jugar en tanto algo de la creatividad participa de su construcción. Esto es lo que brinda a los niños la posibilidad de estar/jugar solos. Es la posibilidad de que cuando sea adulto pueda soportar algo de la soledad creadora, de la soledad del que inventa, del que se pregunta, del que piensa, del que lee, del que mira un paisaje sin llenarse de ansiedad, porque ha logrado construir una espera en sí mismo a partir de la singularidad de un acto creador.

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