La propia vida se recibe de otros, de nuestros padres, es un don que genera una deuda simbólica impagable. Esa deuda imposible de pagar, inevitablemente, funda un sentimiento de culpa propiamente humano. Por eso, ese sentimiento de culpa inconsciente es anterior a cualquier acto, no tiene que ver con haber cometido alguna acción reprochable. Todos los seres humanos tratamos de saldar esta deuda para no sentirnos culpables, tratamos de desculpabilizarnos, y lo hacemos desde diferentes posiciones inconscientes:
1.“Echarle la culpa a otro”: desde esta perspectiva se suele echar la culpa a otros como modo de aliviar el propio sentimiento de culpa. Esta posición también incluye a los que trabajan por hacerle sentir la culpa al otro, para que el otro entre en deuda y poder así manipularlo. Un ejemplo: en el primer relato de la película “Relatos Salvajes”, el psiquiatra (uno de los pasajeros) le dice al piloto del avión (ex-paciente), Gabriel Pasternak, que está dispuesto a estrellar el avión con todos sus pasajeros: “…vos sos una víctima, la culpa es toda de tus padres que te exigían demasiado…”. La escena termina con el avión dirigiéndose contra una pareja de ancianos. En la película se filtra un prejuicio que se suele atribuir al psicoanálisis que es la idea de que siempre culpabiliza a los padres, esto es una caricatura errónea.
2.“Tratar de saldar la deuda”: desde esta posición se entra en una tarea imposible, obsesiva, infinita, que es el intento de saldar la deuda. Freud relacionó esto con la idea de “superyó” o conciencia moral que nos llena de mandatos y nos amenaza con el sentimiento de culpa. Entonces, se busca por todos los medios cumplir con esos mandatos para no sentir la culpa. Por ejemplo, Freud habló de la vida de los santos, cuanto más virtuosos eran más culpables se sentían, porque el “superyó” opera del siguiente modo: “cuanto más se lo obedece, más exige”. También en relación a esta posición, Freud identificó una culpa que antecede al delito, es decir, es posible que alguien cometa un delito para dar cuenta de esa culpa anterior y recibir castigo, para que la culpa tenga sentido.
3.“No sentir culpa”: es el mandato de la cultura actual “no te sientas culpable”, especie de mandato “perverso” ya que lo propio de la perversión es no sentir culpa. En el campo de la perversión alguien puede llorar por miedo a ser castigado, no porque sienta culpa de lo que hizo.
El psicoanálisis identifica estas tres posiciones diferentes que tienen en común la pretensión de evitar la culpa, por el contrario, el psicoanálisis invita a no evitar la culpa, ya que la culpa da cuenta del deseo.
4.“La culpa da cuenta del deseo”: el deseo es del Otro (del don recibido de la Vida) y es siempre inconsciente. El deseo proviene de lo que supuestamente desearon que yo sea, de las expectativas de lo que yo debería ser, de lo que es mandado por el Otro con mayúsculas. La culpa está en no satisfacer ese deseo del Otro con el que estoy en deuda. Al no pagar hay una dimensión propia que no se entrega al Otro. El sentimiento de culpa da cuenta de que, en parte, se renunció a pagar la deuda con el Otro, porque, en cierto modo, se acepta que esa deuda por la vida es impagable y por eso también se acepta soportar algo de la culpa de no cumplir con el Otro. Entonces para poder tener vida propia se debe asumir algo de la culpa por no responder. Tener vida propia, separarse, descontarse de lo establecido, ir más allá de lo que estaba pautado para mi vida, no es sin soportar algo de la culpa. Genera culpa cortar con los vínculos parentales, con las exigencias de los hijos, con los mandatos sociales, con lo que se espera de nosotros. Se trata de soportar algo de la culpa por no responder. Voy a quedar en falta, no voy a ser lo bueno que se esperaba. Algo se tiene que perder. El psicoanálisis no apunta a culpabilizar a los padres ni a la persona analizante, ni a desculpabilizarlos, ni a calmar la culpa. Apunta a interrogar al que se siente culpable, a ponerle palabras a ese sentimiento, para que pueda establecer algo de lo propio sin quedar tomado totalmente por el deseo del Otro. Firma: Lic. Ariel Juan Bianconi. Psicoanalista.
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